El astro del futbol Diego Armando Maradona Franco, campeón con la selección argentina en el Mundial de 1986, murió este miércoles 25 de noviembre tras sufrir un paro cardíaco en su casa de los suburbios de Buenos Aires, así lo su jefe de prensa Sebastián Sanchi.

Maradona estuvo a principios de noviembre diez días internado en una clínica de Buenos Aires por anemia, deshidratación y con un «bajón anímico», pero al hacerle chequeos se le diagnosticó un hematoma subdural por el que fue operado.

Luego, el técnico de Gimnasia y Esgrima La Plata tuvo «algunos episodios de confusión» que los médicos «asociaron» a «un cuadro de abstinencia».

Una vez que obtuvo el alta del hospital, Maradona aceptó continuar con el tratamiento en su casa en los suburbios de la zona norte de Buenos Aires y dejó al equipo de la primera división del fútbol argentino en manos de sus asistentes.

Diego Armando Maradona uno de los jugadores más icónicos dentro y fuera de la cancha en la historia del futbol, jugó en territorio hidalguense en 1994 en la Copa del Mundo de Futbol Rápido, la cual se celebró en el Poliforum, José María Morelos y Pavón.

Pocos meses después de haber sido suspendido del Mundial de Estados Unidos 1994, por haber dado positivo en el control antidoping por consumo de efedrina, Diego vino a México para participar en el Torneo Mundial de Futbol Rápido que se celebró en Pachuca.

El responsable directo de que Maradona asistiera a ese torneo fue el hoy expresidente de Necaxa, Alejandro Bocardo, quien, por medio de Andrés Fassi, en ese entonces parte del cuerpo técnico de los Rayos, se puso en contacto con el representante de Diego, Guillermo Cóppola. “Cuando fui presidente de la FNFR (Federación Nacional de Futbol Rápido) decidimos hacer el evento internacional en Pachuca con Maradona, que fue una de las figuras que logramos traer. Siempre fue accesible, yo lo recuerdo así, muy cordial y ameno, una persona noble y de buenos sentimientos”, explicó el directivo.

El argentino hizo goles de fantasía, demostró que desconocía las reglas del futbol rápido, llevó a cientos de aficionados a las tribunas de madera y fiel a su estilo, arremetió contra los altos directivos de FIFA: “La vida continúa y por ello no bajaré los brazos. La pelota, por más que Havelange y Blatter no la hayan tocado nunca, no me la van a quitar jamás. Yo sé lo que se siente jugando y por más que ellos me sancionen, no me la van a sacar jamás”. Un detalle que recuerda con alegría Bocardo fue que Maradona repartió entre sus compañeros de equipo parte de los honorarios que cobró en aquella ocasión.

“Diego Armando tenía un contrato (con una marca de pinturas), que era el patrocinador del evento; su salario era muy alto, mientras que el resto de sus compañeros de su equipo cobraba algo simbólico. Al final del evento, Maradona otorgó el 50 por ciento de lo que ganó a sus compañeros”, rememora Bocardo.

Enojado por los 15 meses de suspensión que le había impuesto la FIFA, Diego insinuó que estaría dispuesto a jugar en México, dejó destellos de su magia en la capital hidalguense, discutió con árbitros y jugadores contrarios, incluso, a punto estuvo de liarse a golpes, pero también se divirtió como un niño antes de dejar el país.

Y antes de hacerlo, conforme a su polémica personalidad, franca y desinhibida, bromeó: “No sé quién habrá hecho este reglamento –de futbol rápido-, pero hay que cambiarlo”, dijo Maradona, quien se vio sorprendido en el cobro de un “shoot out”, que consistía en un mano a mano con el portero que arrancaba a 32 metros de la portería y Maradona tenía cinco segundos para ejecutar el tiro después de tocar el balón por primera vez.

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